lunes, 30 de septiembre de 2013

Teoría de la relación entre vocales

Recuerdo que en la escuela uno de mis mayores terrores en las clases de lenguaje era que la profesora me pidiera definir el diptongo y el hiato, y repetir la larguísima lista de combinaciones de vocales de cada uno. Confieso que nunca lo logré, ni aun en la universidad, donde a uno le vuelven a enseñar las mismas reglas y las mismas listas, casi siempre con las mismas fórmulas memoristas que en la escuela. Y, siguiendo con la confesión, siempre me sentí una ‘paria gramatical’ por no recordar las definiciones y, sobre todo, las listas.

Lo más gracioso de esto es que el destino me llevó a enfrentarme con el par terrorífico del hiato y del diptongo desde otra perspectiva: la de profesora. ¿Cómo explicar a mis estudiantes qué eran el diptongo y el hiato si yo no recordaba la respuesta?, ¿cómo hacer que los chicos recordaran lo que seguramente ‘aprendieron’ pero su memoria selectiva se encargó de borrar? Como respuesta a todo esto, surgió una especie de ‘teoría’ sobre las relaciones entre vocales. Espero que lo que les voy a contar les aliviane el temor.

Esta ‘teoría’ cuenta con cuatro reglas sencillas, partiendo del hecho de que existen tres vocales abiertas (a, e, o) y dos cerradas (i, u), y que el diptongo es la unión de dos vocales dentro de una sílaba y el hiato es la destrucción del diptongo (dos vocales en distintas sílabas). La primera regla dicta que las vocales cerradas se aman locamente, y por eso no pueden estar separadas nunca; entonces, hay diptongo (ciu-dad, je-sui-ta, etc.). La segunda regla, en cambio, se refiere a que las vocales abiertas se odian y nunca pueden encontrarse en una misma sílaba, lo que da lugar a un hiato (a-é-re-o, sa-bo-re-a, etc.).


Las otras dos reglas tienen que ver con la fuerza de las vocales cuando una abierta y una cerrada se juntan: si la fuerza está en la abierta, tenemos diptongo (et-nia, pie, etc.). En cambio, si la fuerza está en la vocal cerrada, tenemos hiato (pa-re-cí-a, in-si-nú-a, etc.). Con estas cuatro reglas es mucho más fácil huir del terror y entablar amistad con los temidos hiato y diptongo, incluso, ya ni siquiera es necesario recurrir a la vieja costumbre de aplaudir entre sílaba y sílaba. Espero que el secreto les haya sido útil.

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