jueves, 2 de abril de 2020

Literatura para niños y jóvenes


Cuando escribimos, uno de los primeros puntos en los que debemos pensar, aparte de lo que queremos decir y cómo, es en nuestro destinatario. Escribir puede ser visto como una tarea sencilla, circunscrita a plasmar nuestras ideas en un papel o en una pantalla, pero ¿cuántas veces pensamos en el que está al otro lado, en el que leerá lo que escribimos? ¿Tenemos idea de sus gustos, de sus expectativas, de su manera de acercarse a lo escrito? ¿O solamente nos dejamos guiar por ideas preconcebidas? Es complicado plantear una tipología de los lectores, pues hay tantos lectores como interpretaciones pueda tener un texto, pero por lo menos podemos intentar acercarnos un poco a ellos, y pensarlos como personas reales. Muchas veces sucede que pensamos en el destinatario, pero lo hacemos de una manera ‘romántica’ y escribimos desde nuestras propias concepciones sin indagar quiénes son. Esto sucede, con frecuencia, en los textos para niños y jóvenes.

Durante mucho tiempo, la literatura para niños y jóvenes ha estado pensada como un tipo de literatura prescriptiva, ‘menor’, que debe limitarse a educar en valores y nada más. Está bien que la literatura transmita un mensaje, y que este sea positivo; sin embargo, no se debe subestimar al destinatario. Cuando nos acercamos a gran parte de la literatura para niños, nos encontramos, por ejemplo, con rimas fáciles, textos demasiado simples, derrames innecesarios de diminutivos, o temas llanos y superficiales. Como si el lector al que está dirigido no fuera tan inteligente o quisiéramos que se quedara en una eterna ignorancia de la vida.

En estos tiempos, la literatura para niños y jóvenes debe dejar de ser ingenua, y plantear temas que les interesen, que los hagan cuestionarse, que los identifiquen. Muchas veces, es evidente que la literatura ‘para niños y jóvenes’ (así, entre comillas)  pretende tranquilizar a los padres, con eufemismos y tratamientos políticamente correctos de los temas. También suele asociarse a este tipo de literatura con el best seller con potencial de convertirse en película. Es innegable que estos textos, como las sagas de Harry Potter o Narnia, han hecho que los niños y jóvenes adquieran gusto por la lectura, pero no podemos correr el riesgo de encasillarlos solo en este tipo de lecturas o mirar a sus lectores únicamente como un mercado rentable.

Afortunadamente, con el paso del tiempo la literatura para niños y jóvenes gana terreno, y las propuestas son cada vez más interesantes. En Ecuador contamos con grandes escritores y también con grandes ilustradores, que se juntan para que este tipo de literatura sea más atractiva y salga de lo meramente funcional hacia lo propositivo. También es importante que las políticas de Estado y las políticas editoriales sean más arriesgadas, y piensen en los lectores infantiles y juveniles como personas críticas, inteligentes, capaces de aceptar propuestas, de aprender, de conmoverse y plantear propuestas.

viernes, 27 de marzo de 2020

El lenguaje claro como una política ciudadana


Una de las tendencias actuales es comunicar en lenguaje claro. En muchos lugares se han formado movimientos que insisten en la importancia de este tipo de lenguaje, no solamente en el ámbito hispánico sino en todas las lenguas. Según la Asociación Internacional de Lenguaje Claro (Plain), “una comunicación está en lenguaje claro si la lengua, la estructura y el diseño son tan claros que el público al que está destinada puede encontrar fácilmente lo que necesita, comprende lo que encuentra y usa esa información”. Como vemos, se trata de pensar en textos que sean accesibles para todo tipo de lector y que comuniquen, de una manera sencilla y sin rodeos, lo que tienen que comunicar.

El principal objetivo del lenguaje claro es el lector. En la guía Cómo escribir con claridad, de la Comisión Europea, se proponen tres aspectos que facilitan pensar en el lector: hacer que se implique, imaginar sus preguntas y hacer que se interese. Estos tres pasos, que parecen tan obvios, muchas veces se pasan por alto. Cuando se redactan textos que tienen que ver con temas especializados, se tiende a caer en tecnicismos. Si estos textos están dirigidos a un público que conoce del tema, esto puede no ser un problema; pero si los textos están dirigidos a un público amplio y no especializado, los tecnicismos confunden y entorpecen el entendimiento del texto. Esto pasa, con frecuencia, en los textos jurídicos y médicos.

Si bien es conocida la máxima que dice que el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento, muchas veces el desconocimiento se da porque las leyes o las normas no están redactadas de una manera clara. Aunque no se pueda cambiar la redacción de las leyes, pues estas ya cuentan con aprobación de instancias estatales muy altas, se puede ayudar a los ciudadanos a entenderlas y asimilarlas. Esta es una tarea de los profesionales del lenguaje claro. Estos profesionales se encargan de crear textos más ‘digeribles’, pensando en las preguntas que puedan surgir del lector y poniendo a su disposición la información. Como indica la Asociación de Lenguaje Claro, tampoco se trata solamente de la redacción, pues el diseño y la disposición del texto también deben ayudar.

En el caso de los textos médicos, también es muy importante ‘traducirlos’ a un lenguaje claro. En muchas ocasiones los pacientes no entienden acerca de sus enfermedades, los procesos y los tratamientos, pues la información de la que disponen está redactada de una manera críptica, que parece solo dirigida a los médicos. Si el lector se encuentra con un texto claro, coherente y fácil de leer, puede incluso tomar más precauciones y cuidar más su salud. 

Estos son solamente algunos ejemplos de los ámbitos en los que puede (y debe) usarse el lenguaje claro, sin embargo, es una tendencia que debería seguirse en todos los ámbitos de comunicación ciudadana, pues cuando el lector entiende el texto es más fácil que se implique, que opine, y que no caiga en omisiones o errores que pueden costarle la vida o la libertad.

jueves, 26 de marzo de 2020

Celebremos a la poesía y todo lo que representa


En 1999, la Unesco declaró al 21 de marzo Día Mundial de la Poesía. Se eligió esta fecha porque en el hemisferio norte se celebra el equinoccio de primavera, la estación ‘más romántica’ del año (en el hemisferio sur, en cambio, se celebra el equinoccio de invierno).  La Unesco, al referirse a este día, dice que “la poesía es una manifestación de la diversidad en el diálogo, de la libre circulación de las ideas por medio de la palabra, de la creatividad y de la innovación La poesía contribuye a la diversidad creativa al cuestionar de manera siempre renovada la forma en que usamos las palabras y las cosas, y nuestros modos de percibir e interpretar la realidad. Merced a sus asociaciones y metáforas y a su gramática singular, el lenguaje poético constituye, pues, otra faceta posible del diálogo entre las culturas”.

Durante toda la historia de la humanidad, la poesía ha estado siempre presente. A los seres humanos nunca nos bastó describir el mundo tal como lo ven los ojos o como los perciben los sentidos, porque, además, hay cosas que no se pueden describir de manera objetiva. Necesitamos de la creatividad que nos brinda la poesía para expresar esos sentimientos o esas sensaciones que escapan de toda ‘lógica’ lingüística. Y también debemos ser creativos al decodificar ese mensaje. La poesía nos obliga a ir más allá. A veces las sensaciones que nos produce, al igual que toda forma de arte, no pueden explicarse sino solo sentirse, y la poesía nos ayuda a acercarnos a ellas.

Es interesante cuando la descripción de la Unesco menciona a la libre circulación de las ideas al referirse a la poesía y también cuando alude a la diversidad. La poesía es una de las más altas expresiones culturales. Al contrario de lo que muchos pueden suponer, la poesía no es una manifestación propia de las élites, pues todas las culturas y los pueblos, en todos sus niveles, se han comunicado a través de ella. Tenemos, por ejemplo, las mitologías, a través de las cuales cada pueblo intenta explicar el mundo y qué mejor manera que hacerlo que mediante la poesía. La poesía también está antes que la escritura, manifestada en la oralidad. Por eso es diversa y libre, porque cada pueblo se adueña y vibra con ella.

La poesía también es identidad y lucha. Mediante ella somos capaces de afirmarnos como individuos y como sociedades. Al expresar los sentimientos personales podemos llegar a identificarnos con los de otros. La poesía nos ayuda a sacar lo que se tiene adentro, las alegrías y las frustraciones; a hacer más evidentes aquellas cosas que solemos callar. El hecho de que nos conecte a un nivel mucho más profundo y de que nos proyecte hace que nos hermanemos sin importar dónde estemos, que compartamos las luchas que nos ocupan, que nuestras voces lleguen más lejos. Por eso, cuando celebramos a la poesía, celebramos las voces diversas, lo que nos mueve, lo que nos comunica y nos hace más humanos. Tal vez si nos dejáramos llevar por ella seríamos un poco más felices, más relajados y más conscientes de nuestro lugar y nuestro poder en el mundo.