viernes, 27 de marzo de 2020

El lenguaje claro como una política ciudadana


Una de las tendencias actuales es comunicar en lenguaje claro. En muchos lugares se han formado movimientos que insisten en la importancia de este tipo de lenguaje, no solamente en el ámbito hispánico sino en todas las lenguas. Según la Asociación Internacional de Lenguaje Claro (Plain), “una comunicación está en lenguaje claro si la lengua, la estructura y el diseño son tan claros que el público al que está destinada puede encontrar fácilmente lo que necesita, comprende lo que encuentra y usa esa información”. Como vemos, se trata de pensar en textos que sean accesibles para todo tipo de lector y que comuniquen, de una manera sencilla y sin rodeos, lo que tienen que comunicar.

El principal objetivo del lenguaje claro es el lector. En la guía Cómo escribir con claridad, de la Comisión Europea, se proponen tres aspectos que facilitan pensar en el lector: hacer que se implique, imaginar sus preguntas y hacer que se interese. Estos tres pasos, que parecen tan obvios, muchas veces se pasan por alto. Cuando se redactan textos que tienen que ver con temas especializados, se tiende a caer en tecnicismos. Si estos textos están dirigidos a un público que conoce del tema, esto puede no ser un problema; pero si los textos están dirigidos a un público amplio y no especializado, los tecnicismos confunden y entorpecen el entendimiento del texto. Esto pasa, con frecuencia, en los textos jurídicos y médicos.

Si bien es conocida la máxima que dice que el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento, muchas veces el desconocimiento se da porque las leyes o las normas no están redactadas de una manera clara. Aunque no se pueda cambiar la redacción de las leyes, pues estas ya cuentan con aprobación de instancias estatales muy altas, se puede ayudar a los ciudadanos a entenderlas y asimilarlas. Esta es una tarea de los profesionales del lenguaje claro. Estos profesionales se encargan de crear textos más ‘digeribles’, pensando en las preguntas que puedan surgir del lector y poniendo a su disposición la información. Como indica la Asociación de Lenguaje Claro, tampoco se trata solamente de la redacción, pues el diseño y la disposición del texto también deben ayudar.

En el caso de los textos médicos, también es muy importante ‘traducirlos’ a un lenguaje claro. En muchas ocasiones los pacientes no entienden acerca de sus enfermedades, los procesos y los tratamientos, pues la información de la que disponen está redactada de una manera críptica, que parece solo dirigida a los médicos. Si el lector se encuentra con un texto claro, coherente y fácil de leer, puede incluso tomar más precauciones y cuidar más su salud. 

Estos son solamente algunos ejemplos de los ámbitos en los que puede (y debe) usarse el lenguaje claro, sin embargo, es una tendencia que debería seguirse en todos los ámbitos de comunicación ciudadana, pues cuando el lector entiende el texto es más fácil que se implique, que opine, y que no caiga en omisiones o errores que pueden costarle la vida o la libertad.

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