martes, 25 de septiembre de 2018

La educación intercultural bilingüe y las relaciones diglósicas


Cuando nos encontramos en contextos interculturales, como el ecuatoriano, surge la duda de hasta qué punto se practica la interculturalidad, o es un instrumento funcional que sirve para legitimar y naturalizar las hegemonías. A lo largo de la historia, encontramos ejemplos que dan cuenta de que conceptos como interculturalidad, diversidad o pluralidad se han utilizado como mecanismos para disfrazar prácticas de dominación a las mismas comunidades a las que se pretende ‘revitalizar’, integrar y proteger. En el caso de la lengua, varios grupos colonizadores usaron las lenguas autóctonas para legitimar su poder; como sucedió con la colonización española, que se valió de traducciones de la Biblia a las lenguas autóctonas para dominar a los colonizados. Aun hoy, muchos siglos más tarde, seguimos siendo testigos de este tipo de prácticas, tal vez más sutiles pero igual de ‘eficaces’.



En la educación intercultural bilingüe (EIB) se pueden observar rasgos que indican que la interculturalidad es una práctica y un concepto que muchas veces se queda en el papel. Sabemos que el castellano es la lengua oficial de nuestro país, y que esta, el kichwa y el shuar son reconocidas en la Constitución como lenguas de relación intercultural. Las otras lenguas ancestrales son de uso oficial en su territorio de influencia. Pese al plurilingüismo del país, al ser el castellano el idioma oficial, todos los documentos oficiales deben expresarse en esta lengua. El hecho de que el castellano, el kichwa y el shuar sean lenguas de relación intercultural implica que cuando se apliquen normas relacionadas con la interculturalidad, estas se contrasten. En la EIB, este ‘bilingüismo’ implicará al castellano, como lengua oficial, y a otra de las lenguas de relación intercultural. En el artículo 347 de la Constitución, se establece que dentro del sistema de EIB, la lengua de la nacionalidad es la principal, mientras el castellano será la segunda lengua de relación intercultural. Es decir, aunque el castellano no sea el idioma principal, todos los aprendizajes deberán pasar por su tamiz. Esto ubica a las lenguas en una relación diglósica.


En la EIB se contempla el estudio de dos currículos paralelos de lengua y literatura: uno que se imparte en castellano y otro, el de Lengua y Literatura de la Nacionalidad, impartido en la lengua de las comunidades. Aunque ambos se basen en un enfoque comunicativo, en el que la lengua es un elemento funcional que forma usuarios competentes que puedan comunicarse de manera oral y escrita, al comparar varios pasajes se nota esta relación diglósica de las lenguas. Por un lado, el castellano sirve como lengua funcional, para desenvolverse en el mundo, y, por otro, la lengua de la nacionalidad sirve para revitalizar las culturas, no se llega totalmente a su funcionalidad. Este es un caso muy claro en el que la interculturalidad no alcanza a la realidad del país. Esperemos que ahora, que se está revitalizando la EIB, se considere a las lenguas y a sus usuarios en los mismos niveles.



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