martes, 25 de septiembre de 2018

El terror de la página en blanco y la estructuración de las ideas


Uno de los mayores terrores que afronta quien empieza a escribir, sea novato o experimentado, es la hoja en blanco. Muchas veces resulta angustioso mirar titilar el cursor, si escribimos en la computadora, u observar la hoja de papel vacía, inmaculada. Cuesta empezar, y cuesta, sobre todo, porque cuando empezamos a escribir a veces no sabemos exactamente qué vamos a decir. Tenemos una idea vaga en nuestra cabeza, acaso el tema o dos puntos importantes, pero no hemos pensado en el texto antes de volcarlo a la página. Por esto ocurren muchos problemas de redacción, ya que al tener una idea poco clara de qué queremos escribir, nos lanzamos a decir todo lo que se nos ocurre sobre el tema que escogimos y lo hacemos de una manera desordenada. A la hora de escribir, por lo tanto, es importante planificar el texto y estructurar previamente las ideas que abarcará.

Cuando trabajo en clases de redacción, uno de los ejercicios consiste, precisamente, en ordenar las ideas para escribir un texto. El ejercicio parte de la redacción de una tesis, que no es más que una oración con una idea principal y tres secundarias que la apoyan. La idea principal refleja la intencionalidad del texto (argumentativo, contrastivo, descriptivo, etc.) y las ideas secundarias son los argumentos, ideas, descripciones, etc., que refuerzan esa intencionalidad. El ejercicio parece fácil, pero cuesta bastante, porque se complica encontrar solo tres ideas que apoyen a la principal. Y cuesta también encontrar una idea principal alrededor de la cual gire el resto. También es difícil ‘dejar ir’ otros asuntos relacionados con el tema principal, que nos parecen igual de importantes. Para empezar a escribir un texto, debemos tener claro, entonces, sobre qué hablaremos y cómo restringiremos el tema. Con esta oración base de cualquier texto, la idea queda delimitada y la página vacía empieza a llenarse de ideas ordenadas e importantes.

Otro ejercicio que propongo es escribir un esquema del texto. Con la oración de tesis bien delimitada esto es más fácil, pues simplemente se toman las ideas secundarias y se buscan otras ideas que las sostengan. Con tres o cuatro ideas que sostengan a cada una de las secundarias, tenemos ya estructurado un párrafo. Los párrafos, como sabemos, son un conjunto de oraciones que sostienen una idea principal. En este ejercicio también suele ser complicado ‘dejar ir’ a ideas que pueden ser interesantes, pero no aportan suficientemente al texto que queremos redactar. Hay otros ejercicios, como hacer una lluvia de ideas, servirnos de esquemas gráficos para discriminar lo principal y lo secundario, dejar los textos reposar, etc. Lo importante es buscar una manera de estructurar nuestro texto antes de volcarlo a la página en blanco.

Si tenemos idea de lo que vamos a decir, la página en blanco nos resulta menos terrorífica, y nuestros textos resultarán más interesantes y ordenados. Hay una frase del escritor del Siglo de Oro Baltasar Gracián que funciona como una máxima para la escritura: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Cuando nos enfrentamos con una página en blanco es bueno tener esta frase en mente, sobre todo porque en el momento de estructurar las ideas que vamos a comunicar a nuestro lector, escribiremos solo lo importante, lo que aporte, y dejaremos de lado aquello que corte el ritmo, que no brinde información necesaria o que esté de relleno.

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