domingo, 22 de abril de 2018

Kichwa y español: una influencia más allá de las palabras


La semana pasada hablé acerca de la importancia de conocer y de valorar nuestras lenguas ancestrales, pues esto implica revalorizar las lenguas y evitar que estas se pierdan junto con las culturas de las que son parte. Muchas veces, minorizamos las lenguas ancestrales porque pensamos que no tienen nada que ver con nosotros (pensamos que siempre en Ecuador se habló español), porque no están asociadas al ‘progreso’ (como lo está el inglés) o porque nos avergüenza nuestra raíz indígena (aunque es innegable que es parte de nuestra identidad, y eso debería llenarnos de orgullo). Sin embargo, como mencioné en una columna anterior, nuestra lengua materna está constituida por otras ‘maternidades’ que le han dotado de rasgos especiales. En nuestro español ecuatoriano, sobre todo en la Sierra, la lengua kichwa es una de las principales ‘madres’ de nuestra variante, y está presente, incluso, en rasgos que no imaginamos.

Antes de revisar algunas de estos influencias, haré dos precisiones sobre el kichwa. En primer lugar, es una lengua aglutinante. En este tipo de lenguas, una palabra puede contar con varios morfemas, que indican diversas características, o se pueden juntar varias palabras para expresar un solo concepto. Por ejemplo, en el kichwa, se añade el morfema –ka para indicar el sujeto, la persona que realiza la acción, o el morfema –ta para indicar objeto directo. Otro rasgo característico del kichwa es que tiene una estructura sujeto-objeto-verbo (SOV), o sea, el verbo va al final de la oración, después del objeto o complemento. Veamos un ejemplo: “Mamaka tantata mikun”. En español esta oración se traduce, literalmente, como ‘La mamá pan come’ (ka=la, mama=mamá, tanta=pan, ta=objeto directo, mikun=come). Como el español es una lengua con estructura sujeto-verbo-objeto (SVO), la estructura del kichwa puede sonar extraña, aunque la solemos usar. Estos dos rasgos del kichwa han influido más de lo que pensamos en nuestro español andino.

En muchas ocasiones, nos habremos sorprendido introduciendo antes de un nombre propio un determinante (la Susana, el Fernando, etc.), o tal vez lo usemos con mucha naturalidad en el ámbito coloquial. También, seguramente, nuestros maestros de la escuela nos ‘hablaron’ (otro uso de influencia kichwa, pues en kichwa, el verbo rimana significa hablar y retar) porque esa no era una forma correcta de hablar español. Sin embargo, en este rasgo puede encontrarse la influencia kichwa del morfema –ka que mencioné, pues este siempre es necesario antes del nombre para enfatizar el sujeto (aunque se permite su ausencia en la primera persona del singular y del plural). Aquí vemos una influencia de la aglutinación del kichwa en nuestro español. En el caso de la influencia de la estructura SOV, podemos encontrar expresiones como ‘carito está’ o ‘cerquita nomás es’, en las que anteponemos el objeto al verbo. Estos son solo un par de ejemplos de la gran influencia que tiene el kichwa en nuestra variante, la semana que viene veremos otras.

Este texto fue publicado en la revista CartóNPiedra, de diario El Telégrafo, el 10 de marzo de 2018. 

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