martes, 20 de enero de 2009

El párrafo

  • EL PÁRRAFO

    Es una unidad que expresa pensamientos completos dentro de un marco lógico.
    Conjunto de oraciones que sostiene una idea de apoyo sobre un texto.
    Está conformado por un conjunto de oraciones integradas y armónicamente relacionadas en torno a una idea central
    En él deben dominar las oraciones simples y yuxtapuestas. Hay que procurar escribir la menor cantidad de oraciones subordinadas.


  • Se caracteriza por:
    Unidad temática
    Claridad comprensiva (sustento de una idea)
    Coherencia semántica (claridad de estilo)

  • Los párrafos cuentan con un asunto, que es la materia del párrafo, y una idea de apoyo, que se refiere a lo que el autor piensa.
    Es recomendable restringir el párrafo a un solo asunto.


  • TIPOS DE PÁRRAFO
    Según la disposición de las ideas:
    Introductores: son los que introducen al lector al asunto del ensayo.
    Medulares: contienen la idea principal del texto.
    Finales: exponen las conclusiones del texto.

    Según cómo se desarrollan las ideas en el párrafo:
    Narrativo: cuenta una anécdota para introducir la idea.
    Descriptivo: describe a una persona, un objeto o una acción para introducir al lector al tema del texto.
    Expositivo: sostiene la idea con explicaciones.

    Texto basado en:
    Sánchez Lobato, Jesús (coord.), “Saber escribir”, Madrid, Edición Aguilar, 2003.
    Vallejo, Raúl, “Manual de escritura académica”, Corporación Editora Nacional, Quito, 2006
    .

    EJERCICIOS
    De acuerdo con las características de los tipos de párrafo, deduce qué tipos de párrafos son los siguientes:

    1.- El 28 de febrero de 1955 se conoció la noticia de que ocho miembros de la tripulación del destructor Caldas, de la Marina de Guerra de Colombia, habían caído al agua y desaparecido a causa de una tormenta en el mar Caribe. La nave viajaba desde Mobile, Estados Unidos, donde había sido sometida a reparaciones, hacia el puerto colombiano de Cartagena, adonde llegó sin retraso dos horas después de la tragedia (...).
    (García Márquez, Gabriel, “Relato de un náufrago”, Grupo Editorial Norma, Santafé de Bogotá, 2003).

    2.- ¿Quién es la Chingada? Ante todo, es la Madre. No una Madre de carne y hueso, sino una figura mítica. La Chingada es una de las representaciones mexicanas de la Maternidad, como La Llorona o la “sufrida madre mexicana” que festejamos el 10 de mayo. La Chingada es la madre que ha sufrido, metafórica o realmente, la acción corrosiva e inflamante implícita en el verbo que le da nombre. Vale la pena detenerse en el significado de esta voz.
    (Paz, Octavio, “El laberinto de la soledad”, Fondo de Cultura Económica, México DF, 1989).

    3.-La historia del budismo en el Celeste Imperio es harto compleja. Hasta es incierta la fecha de su publicación. Una leyenda la atribuye al primer siglo de la era cristiana: el emperador Ming-Ti había soñado con un luminoso hombre de oro en quien creyó reconocer al Buddha; envió a sus emisarios a la India a traer monjes que predicaran su fe. Según otras versiones, la doctrina del Buddha ya era conocida en la China tres siglos antes y había llegado del norte de la India a través del Asia Central.
    (Borges, Jorge Luis, Obras completas en colaboración, Alianza Tres Emecé, Buenos Aires, 1972).

    4.- El gusto por los acrónimos llevó hace años a la administración española a crear la palabra “Insalud” (Instituto Nacional de la Salud), que debería pronunciarse como aguda. Sin embargo, rara vez se oye con esa acentuación. ¿Por qué? Quizá tenga algo que ver por el gusto por la analogía y la coherencia: una marca de agua mineral muy difundida se llama y se anuncia “Insalus”, como palabra llana.
    (Grijelmo, Álex, “El genio de idioma”, Taurus, Madrid, 2005.

    5.- Me cuento entre los peores televidentes del país, pero no tanto que llegue al ayuno y, menos aún, a la abstinencia de la pantalla. Zapeo, veo y, normalmente, vuelvo al zapeo. Sin embargo, el lenguaje que sale del aparato me retiene bastante. Lo que se ve es fuerte, esos concursos talentosos donde se remunera con diez mil duros por saber qué río baña a Miranda del Ebro; o esas impresionantes controversias sobre “famosos” que se entreacuestan por hastío y lucro; o de padres llorando de gozo cuando su criaturita se contonea y desgañita, la pobre, imitando a alguna cantante “españolísima” (...).
    (Lázaro Carreter, Fernando, “El nuevo dardo en la palabra”, Santillana Ediciones, Madrid, 2004).

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