jueves, 2 de junio de 2022

¿Por qué cobramos las correctoras?

 "Son fijos por que los cambios que tienes que hacer básicamente es la sangría francesa, cursiva en algunos y poner bien los que tienen Pag web". Esto es, literalmente, lo que me escribe una persona que necesita mis servicios de corrección cuando le digo el precio que le cobraré por revisar una bibliografía. No es la primera vez que me pasa. Muchas veces los clientes piensan que el costo de la corrección es excesivo porque, para ellos, nuestro trabajo solo consiste en poner comas, arreglar las oraciones, cambiar algunas palabras, modificar un poco el formato y ya. 

La verdad es que el servicio de corrección no es barato, pero es un servicio indispensable si eres un autor o una autora responsable, si quieres que quienes te leen entiendan lo que les estás contando, si aspiras a que la experiencia de leer tu texto sea óptima. Sí, las correctoras cobramos, pero no  "básicamente" por poner sangrías, cursivas o páginas webs. Les voy a contar por qué "osamos" cobrar por nuestros servicios.

En primer lugar, no llegamos a ser correctoras por arte de magia. No nos despertamos un día cualquiera y, ¡oh sorpresa!, descubrimos que teníamos el maravilloso don de embellecer un texto. No. Nos preparamos para ser correctoras. En el Ecuador, como en varios países hispanohablantes, solo desde hace algunos años existe oferta de formación en corrección. Muchas de quienes ejercemos la corrección como una profesión tuvimos que formarnos por nuestra cuenta. No es suficiente estudiar pregrados y posgrados relacionados con la lingüística y las letras, sino que debemos especializarnos mucho más, y todo el tiempo. Hemos estudiado cursos sobre numerosos temas; invertimos en capacitaciones, en congresos, en libros y manuales (muchísimos libros y manuales), y consultamos constantemente con colegas y expertos. Muchas de nosotras incluso nos hemos dedicado a formar correctores de textos y hemos logrado que nuestra profesión sea reconocida en nuestros países. Convertirnos en correctoras ha implicado un camino largo, una inversión fuerte y mucha muchísima preparación. No cobramos por poner comas sino por todo lo que nos ha llevado a ser expertas en saber dónde poner una coma y dónde no.

En segundo lugar, muchas personas piensan que corregir es una labor mecánica, tan mecánica que incluso se puede reemplazar a quienes corrigen por el corrector de Word (que es más barato, por supuesto). Les cuento que no. La corrección no es una labor mecánica porque cada texto es un mundo. Si bien la norma tiende a ser la misma para todos los textos escritos en una lengua (algo que incluso podría refutarse), cada uno cuenta con sus particularidades. No podemos tratar de la misma manera a un texto periodístico que a uno académico o a uno literario. No es lo mismo revisar un libro de arqueología que uno de matemáticas. No son pertinentes las mismas correcciones en poesías que en recetas.

Además, cada autora y cada autor tienen su propio estilo. Es nuestro deber mantener esa impronta y lograr que el texto sea legible y cumpla con su intención comunicativa. Esto es algo que el corrector de Word no logrará; de hecho, ni siquiera lo logrará quien "escriba bonito y tenga buena ortografía". La corrección no es solo ortografía, buen gusto y sentido común. La corrección es saber mirar las particularidades de cada texto, de cada autor, de cada lector, y saber tender un puente que convierta a la lectura en una experiencia agradable y fascinante. Por esto también cobramos.

En tercer lugar, cobramos por todo lo que les ahorramos a los clientes. Sí, aunque no lo crean, se ahorran dinero cuando invierten en una buena corrección. Ilustraré esto con una anécdota: hace algunos meses, me contactó una persona que necesitaba que corrigiera su tesis de doctorado. El precio le pareció excesivo y contrató a una "correctora" que le cobraba menos. Resulta que esa "correctora" ultracorrigió y transformó tanto el texto que la autora ya no lo podía reconocer como suyo; además, no cumplió con el plazo que había ofrecido. La autora perdió dinero y recurrió a mí para que le corrigiera el texto. Como esta, son numerosas las anécdotas de personas que deben contratar nuevas correcciones porque las estafaron por querer ahorrarse el trabajo de corrección. También existen historias sobre empresas que, por no contratar correctores, publican textos plagados de errores que luego deben retirar de circulación. Invertir en una buena corrección, a la larga, te ahorrará dinero, tiempo y dolores de cabeza.

Por último, para cotizar una corrección, evaluamos varios parámetros. Los precios que cobramos no se nos ocurren de acuerdo con el estado de ánimo con el que nos hayamos despertado. Por ejemplo, no es igual contar con un mes para corregir un texto de 200 páginas que contar con dos semanas o con una. Los tiempos reducidos implican también un costo para nosotras; significan que destinaremos más tiempo a esa revisión y que deberemos dejar otras actividades, o incluso perder algunas asignaciones. Igualmente, si, por ejemplo, debemos corregir una traducción no podemos cobrar lo mismo que por un texto normal. Cuando corregimos traducciones debemos conocer el idioma de origen y comparar con el texto meta. Otro ejemplo: en algunos textos académicos se debe ajustar el formato al que piden las universidades o las editoriales; este es un trabajo largo y exige una extrema meticulosidad, por eso no lo podemos cobrar igual que un texto que tenga el formato adecuado. En fin, estos son solo algunos parámetros. Como cada texto es un mundo, cada uno deberá ser evaluado de distinta manera para establecer un precio. Cobramos por saber cómo medir esos parámetros.

Como ven, corregir implica muchos aspectos. Las correctoras cobramos precios justos por nuestro trabajo. Lo curioso es que precisamente quienes más lo necesitan (y no son conscientes de ello) son quienes más regatean o se escandalizan por los precios. La corrección cuesta, sí, pero contratar este servicio da cuenta de la responsabilidad de quien escribe y de su preocupación por ofrecer al mundo textos legibles, agradables, que aporten a la sociedad.


1 comentario:

Marce dijo...

Mejor explicado, imposible. Gracias.