Recuerdo que en la escuela uno de mis mayores terrores en
las clases de lenguaje era que la profesora me pidiera definir el diptongo y el
hiato, y repetir la larguísima lista de combinaciones de vocales de cada uno.
Confieso que nunca lo logré, ni aun en la universidad, donde a uno le vuelven a
enseñar las mismas reglas y las mismas listas, casi siempre con las mismas
fórmulas memoristas que en la escuela. Y, siguiendo con la confesión, siempre
me sentí una ‘paria gramatical’ por no recordar las definiciones y, sobre todo,
las listas.
Lo más gracioso de esto es que el destino me llevó a
enfrentarme con el par terrorífico del hiato y del diptongo desde otra
perspectiva: la de profesora. ¿Cómo explicar a mis estudiantes qué eran el
diptongo y el hiato si yo no recordaba la respuesta?, ¿cómo hacer que los
chicos recordaran lo que seguramente ‘aprendieron’ pero su memoria selectiva se
encargó de borrar? Como respuesta a todo esto, surgió una especie de ‘teoría’ sobre
las relaciones entre vocales. Espero que lo que les voy a contar les aliviane
el temor.
Esta ‘teoría’ cuenta con cuatro reglas sencillas, partiendo
del hecho de que existen tres vocales abiertas (a, e, o) y dos cerradas (i, u),
y que el diptongo es la unión de dos vocales dentro de una sílaba y el hiato es
la destrucción del diptongo (dos vocales en distintas sílabas). La primera
regla dicta que las vocales cerradas se aman locamente, y por eso no pueden
estar separadas nunca; entonces, hay diptongo (ciu-dad, je-sui-ta,
etc.). La segunda regla, en cambio, se refiere a que las vocales abiertas se
odian y nunca pueden encontrarse en una misma sílaba, lo que da lugar a un
hiato (a-é-re-o, sa-bo-re-a, etc.).
Las otras dos reglas tienen que ver con la fuerza de las
vocales cuando una abierta y una cerrada se juntan: si la fuerza está en la
abierta, tenemos diptongo (et-nia, pie, etc.). En cambio, si la fuerza está
en la vocal cerrada, tenemos hiato (pa-re-cí-a,
in-si-nú-a, etc.). Con estas cuatro
reglas es mucho más fácil huir del terror y entablar amistad con los temidos
hiato y diptongo, incluso, ya ni siquiera es necesario recurrir a la vieja
costumbre de aplaudir entre sílaba y sílaba. Espero que el secreto les haya
sido útil.
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