Recientemente, con la publicación de la Ley Orgánica de
Comunicación, se ha hablado sobre lo que los medios deben y no deben hacer,
sobre sus tareas y los comportamientos de sus colaboradores, en fin, sobre cómo
deben tratar esa información que trasmiten a los lectores, televidentes o
radioescuchas. Sin embargo, algo que me llama la atención es que no se haga
explícita la importancia y la obligación que tienen los medios de cuidar y
proteger la lengua en la que publican.
Ha habido varios debates en el mundo sobre el tratamiento
que deben dar los medios al lenguaje; se han organizado congresos, y se han
publicado artículos y libros que resaltan la responsabilidad capital de los
medios en la conservación y la dinámica de una lengua. Se ha hablado también
acerca de que actualmente, en ciertos aspectos, son los medios de comunicación
los que dictan la norma lingüística, pues en ellos se refleja el idioma vivo,
que se construye cada día de boca en boca, de letra en letra. La
responsabilidad de los medios en el contexto actual de la lengua es
fundamental, pues cuidar y respetar el lenguaje, que de paso es su principal
arma, es lo que puede salvarnos de un caos informativo y de comunicación.
Por lo tanto, llama la atención que no se mencione la
necesidad y la obligación de que los medios protejan y cuiden la lengua en la
que publican (no me refiero solo a nuestra rica variante del español sino a
cualquier otra lengua de las comunidades y nacionalidades indígenas,
afroecuatorianas y montubias del país). Me parece importante que de la misma
manera que se exige la existencia de normas deontológicas y de defensores de
los lectores dentro de los medios, se considere la necesidad de contar con
buenos manuales de estilo y equipos de control de calidad del lenguaje, que
velen porque los contenidos no solo sean adecuados en el sentido informativo,
sino que sean efectivos al comunicar por medio de una lengua.
No podemos ignorar al principal recurso del que nos valemos
para comunicar. Recordemos que las lenguas no solo son grupos de reglas que
debemos repetir de memoria, también son el registro primordial que expresa y
refleja la cosmovisión, cultura, tradiciones, conocimientos y saberes (para
usar las palabras de la Ley), y no considerarlo explícitamente en el momento de
pensar en la comunicación es dejar la puerta abierta para que no se subsanen
errores recurrentes.
1 comentario:
Estimada: En solidaridad profesional, confieso que en Uruguay tampoco se cuidan estos detalles. Excepto quienes nos dedicamos a edición, hay muy poco cuidado por el uso de la lengua. Saludos.
Publicar un comentario