Del mismo modo como las personas necesitan una visa o algún
tipo de permiso para vivir o trabajar en un país que no es el suyo, las
palabras que no pertenecen al ‘territorio’ del español también precisan de
reglas especiales para habitar y transitar dentro de nuestro idioma. Así, la
principal de estas reglas nos indica que si queremos incluir en un escrito una
palabra de otro idioma debemos resaltarla de alguna manera. La Real Academia
Española recomienda que se las resalte con cursivas o, en su defecto, las
escribamos entre comillas.
Estas reglas se aplican si las palabras no han sido
adaptadas a la grafía española o si su pronunciación no representa un problema.
Por ejemplo, ‘Se puso un jean par a
salir’ o ‘¿Cuál es el leitmotiv de la
obra?’. Esto sucede también con latinismos puros, por ejemplo: ‘El profesor dixit’. Esta regla también se emplea en
locuciones de otros idiomas, incluidos los latinismos. De este modo, es
necesario resaltar con cursivas o comillas expresiones como femme fatale, ipso facto, top model o dolce vita.
Sin embargo, cuando las palabras ya han sido adaptadas al
español, es decir, cumplen con las normas gráficas y fonológicas del idioma
(tal como las personas cuando obtienen la nacionalización), no es necesario
resaltarlas, sino escribirlas con todas las de ley. Eso sucede, por ejemplo,
con varias palabras de la tecnología que han sido adaptadas al español, como
escáner, tóner, blog o chat. O con otras palabras, como estándar, espagueti,
pedigrí, eslogan, champú. También ocurre con palabras latinas como cuórum o
hábitat, que se han adaptado sin problemas al español.
Como vemos, muchas palabras de otros idiomas han entrado a
formar parte del español, obviamente siempre teniendo en cuenta que no exista
una palabra en nuestro idioma que pueda reemplazarla, porque, si existe, es
mejor utilizar lo que nos pertenece.
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