Uno de los grandes retos con el que nos enfrentamos los docentes
es lograr que los estudiantes construyan argumentos fuertes para defender sus
puntos de vista. Quizá esto se deba a que desde pequeños estamos acostumbrados
a escuchar ‘argumentos’ contundentes del tipo “Las cosas se hacen porque yo
digo” o “Esto es así porque sí”. También puede deberse a que confundimos la
opinión con la argumentación, es decir, pensamos que con decir “yo opino” o “yo
pienso esto” ya otorgamos la contundencia necesaria a nuestro discurso. La
cuestión es que durante muchas generaciones no se ha enseñado a los chicos a
defender adecuadamente sus puntos de vista, y eso es algo muy evidente en todos
los niveles.
Seguramente se preguntarán a qué viene todo esto en una
columna sobre lenguaje. Es simple: aunque dominemos la norma lingüística y seamos
absolutamente competentes en el manejo de nuestro idioma, si no sabemos
argumentar adecuadamente nuestras ideas, estas se quedan en un mero conjunto de
palabras que no trasciende, que no aporta a ningún tipo de conocimiento. Aunque
el espacio es corto, voy a revisar aquí dos tipos de argumentos que, si los usamos
adecuadamente, nos pueden servir al defender un punto de vista.
En primer lugar, recordemos que los ejemplos son muy útiles
para apoyar un argumento; sin embargo, estos deben ser muy contundentes. Entonces,
si el ejemplo que estamos utilizando no es representativo es mejor dejarlo a un
lado. Para ilustrar esto, recuerdo el ensayo de un estudiante en el que
defendía la eutanasia. En su trabajo argumentaba que en el Ecuador se practica
la eutanasia desde hace mucho tiempo, pues la abuelita de una amiga le contó
que en su familia, cuando alguien estaba agonizando, le daban una ‘agüita de la
muerte’ para ayudarlo a morir. Y este era el ejemplo contundente que apoyaba el
punto de vista. En este caso, el ejemplo no resulta útil ni fortalece el
argumento, al contrario, resulta ridículo y perfecto para explicar lo que no se
debe hacer.
Otra manera adecuada de fortalecer los argumentos es
recurrir a autoridades que apoyen nuestro punto de vista. Con autoridades me
refiero a aquellas personas o instituciones que tengan algo importante que
decir acerca de lo que estamos tratando. Estas deben ser reconocidas y expertas
en su ámbito de conocimiento, pues de nada nos sirve recurrir a una autoridad
sobre leyes si estamos hablando sobre un avance en nanotecnología. Además,
estas autoridades deben ser citadas adecuadamente dentro del texto, con el
formato que hayamos decidido utilizar. Recordemos que no citar a las fuentes
constituye plagio, y este es otro problema gravísimo con el que nos enfrentamos
a diario.
Lamentablemente el espacio es corto para seguir tratando el
tema, pero es importante recordar que argumentar no es solo opinar, argumentar
es defender un punto de vista mediante razones válidas y contundentes.
1 comentario:
chacnoris
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