La semana pasada hablé acerca de la importancia de conocer y
de valorar nuestras lenguas ancestrales, pues esto implica revalorizar las
lenguas y evitar que estas se pierdan junto con las culturas de las que son
parte. Muchas veces, minorizamos las lenguas ancestrales porque pensamos que no
tienen nada que ver con nosotros (pensamos que siempre en Ecuador se habló
español), porque no están asociadas al ‘progreso’ (como lo está el inglés) o
porque nos avergüenza nuestra raíz indígena (aunque es innegable que es parte
de nuestra identidad, y eso debería llenarnos de orgullo). Sin embargo, como
mencioné en una columna anterior, nuestra lengua materna está constituida por
otras ‘maternidades’ que le han dotado de rasgos especiales. En nuestro español
ecuatoriano, sobre todo en la Sierra, la lengua kichwa es una de las
principales ‘madres’ de nuestra variante, y está presente, incluso, en rasgos
que no imaginamos.
Antes de revisar algunas de estos influencias, haré dos
precisiones sobre el kichwa. En primer lugar, es una lengua aglutinante. En este
tipo de lenguas, una palabra puede contar con varios morfemas, que indican
diversas características, o se pueden juntar varias palabras para expresar un
solo concepto. Por ejemplo, en el kichwa, se añade el morfema –ka para indicar el sujeto, la persona
que realiza la acción, o el morfema –ta
para indicar objeto directo. Otro rasgo característico del kichwa es que tiene
una estructura sujeto-objeto-verbo (SOV), o sea, el verbo va al final de la
oración, después del objeto o complemento. Veamos un ejemplo: “Mamaka tantata mikun”. En español esta
oración se traduce, literalmente, como ‘La mamá pan come’ (ka=la, mama=mamá,
tanta=pan, ta=objeto directo, mikun=come). Como el español es una lengua con
estructura sujeto-verbo-objeto (SVO), la estructura del kichwa puede sonar
extraña, aunque la solemos usar. Estos dos rasgos del kichwa han influido más
de lo que pensamos en nuestro español andino.
En muchas ocasiones, nos habremos sorprendido introduciendo
antes de un nombre propio un determinante (la Susana, el Fernando, etc.), o tal
vez lo usemos con mucha naturalidad en el ámbito coloquial. También, seguramente,
nuestros maestros de la escuela nos ‘hablaron’ (otro uso de influencia kichwa,
pues en kichwa, el verbo rimana
significa hablar y retar) porque esa no era una forma correcta de hablar
español. Sin embargo, en este rasgo puede encontrarse la influencia kichwa del
morfema –ka que mencioné, pues este
siempre es necesario antes del nombre para enfatizar el sujeto (aunque se
permite su ausencia en la primera persona del singular y del plural). Aquí
vemos una influencia de la aglutinación del kichwa en nuestro español. En el
caso de la influencia de la estructura SOV, podemos encontrar expresiones como
‘carito está’ o ‘cerquita nomás es’, en las que anteponemos el objeto al verbo.
Estos son solo un par de ejemplos de la gran influencia que tiene el kichwa en
nuestra variante, la semana que viene veremos otras.
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