La semana pasada revisamos por qué el español, por sus
convenciones sintácticas, no es un idioma sexista. Sin embargo, existen varias
opciones para evitar cualquier ‘suspicacia’ y hacer que lo que escribimos sea
incluyente y no afecte ni al idioma ni a los colectivos.
En muchos casos, es suficiente buscar el sustantivo que
agrupe al femenino y al masculino de una colectividad. Por ejemplo, en lugar de decir ‘las y los
estudiantes’ podemos escribir ‘el estudiantado’ o ‘el alumnado’ o, en lugar de
‘las profesoras y los profesores’ es suficiente con ‘el profesorado’. Hay
maneras de evitar los desagradables desdoblamientos, el más desagradable uso de
la línea diagonal (los/as niños/as) y el todavía más desagradable uso de la
arroba (l@s chic@s), que no es aceptable en el español bajo ninguna
circunstancia.
No obstante, es más complicado cuando nos encontramos con casos
en los que la construcción es deliberadamente machista como en ‘ella es quien
lleva los pantalones’ o ‘se comportó como todo un hombre’. ¿Qué hacer cuando se
nos presentan estas situaciones: escribir ‘él es quien lleva las faldas’ o
‘ella se comportó como una mujer’? Me parece que aquí se pueden buscar fórmulas
neutras, como ‘ella es quien decide’ o ‘se comportó de acuerdo con la
situación’. O tal vez sea más útil
buscar maneras más contundentes de expresar aquello que queremos comunicar.
Este asunto de si el lenguaje es o no machista genera varias
complicaciones en muchos aspectos, porque, como vimos la semana pasada, se
puede caer en situaciones que vayan contra la naturaleza del idioma, así como
herir susceptibilidades o generar giros innecesarios. La solución está en
buscar el justo medio, de todas maneras, el español es un idioma tan rico que,
si nos tomamos el trabajo de explorarlo con más profundidad, nos va a dar las
respuestas de forma natural, sin que tengamos que tergiversarlo.
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