Esta acepción para el adjetivo ‘fácil’ consta en los
diccionarios de la RAE desde los inicios, aunque ha variado ligeramente. El
Diccionario de Autoridades de 1732 anota lo siguiente: “Se llama de ordinario a
la mujer deshonesta porque ligeramente se mueve a la torpeza”. En el de 1791
dice: “Mujer fácil. La que es conocidamente frágil”. En el de 1817 se elimina,
hasta 1852, donde vuelve a aparecer con la siguiente definición: “Aplicado a la
mujer, la que es frágil, liviana”. Esta acepción se mantiene hasta la edición
de 2002. Para la vigésima tercera edición, que es la última, la definición
cambia a la anotada arriba. Como vemos, el cambio de la definición es total, y
se ubica a la ‘mujer fácil’ explícitamente en el terreno de lo sexual (se deja
la mojigatería de llamarla ‘liviana’, que al final es lo mismo). Sin embargo,
lo que ha no ha variado es el hecho de que nunca se ha considerado a esta
acepción peyorativa, y esto es lo polémico.
Es verdad que los diccionarios plasman el habla de los
usuarios; pero hay que reconocer que los usuarios tenemos ideologías que cargan
al habla y le dan sentidos. Para canalizar esta dimensión ideológica (y a la
vez política), existen personas e instituciones que elaboran los diccionarios;
se supone que la labor de estas debería ser analizar bien los usos y plasmarlas
en estos textos, pero no siempre es así. El hecho de obviar marcas y, en
ocasiones incluso manipular las acepciones, demuestra que se mantienen las
mismas estructuras dominantes que han existido desde siempre en nuestra
sociedad. Lamentablemente, analizamos muy poco los dispositivos en los que se
normalizan estas estructuras, y los seguimos y los reproducimos sin
cuestionarlos. Yo creo que, si bien debemos exigir que las instituciones
cambien y dejen de reproducir todos los ‘ismos’ deplorables, también debemos,
como ciudadanía, intervenir sobre lo que nos afecta, en este caso la lengua,
crear entre todos nuestros propios dispositivos, más democráticos y más
‘movilizadores’. Las instituciones retrógradas lo seguirán siendo, pero está en
nuestras manos ser más creativos y no darles tanta importancia, debemos hacernos
cargo de nuestros presentes diversos, así dejaremos a las futuras generaciones
más herramientas de cuestionamiento e intervención.
Este texto fue publicado en la revista CartóNPiedra, de diario El Telégrafo, el 2 de febrero de 2018.
Este texto fue publicado en la revista CartóNPiedra, de diario El Telégrafo, el 2 de febrero de 2018.
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