A menudo, solemos encontrar palabras que no constan en los
diccionarios estándares del español y tendemos a pensar que el hecho de que no
consten en estos textos (sobre todo DRAE) significa que no deben usarse en el
español.
Sin embargo, el proceso para que una palabra entre en un
diccionario como el DRAE es largo: debe demostrar que un grupo representativo
la usa, que consta en textos de autoridades y someterse a la burocracia
académica, que muchas veces la ignora sin más. Así, muchas palabras caminan clandestinamente,
tanto que ya van de boca en boca, en el lenguaje común de la gente que no sabe
nada de este largo proceso.
En la variante ecuatoriana del español tenemos varias de
estas palabras, que son aceptadas como viejos amigos en el lenguaje común. Una
de ellas es chuchaqui, que no consta en el DRAE pero ha sido sentido por la
mayoría de los ecuatorianos (aunque sea en su variante ‘moral’). La etimología de esta palabra es desconocida,
pero se presume que viene del quichua, pues chaqui
significa pie. Y, hablando de pies, ¿quién no ha atravesado un chaquiñán para
acortar camino? Pues chaquiñán es otra palabra que no consta en el DRAE y que
también procede del quichua: chaqui
(pie) y ñan (camino).
Del quichua también viene huasipichay (huasi –casa– y pichay
–limpieza), la reunión que se suele hacer para estrenar una casa. Tenemos,
asimismo, al verbo muchar (de muchana:
besar), y chimbador (de chimbana:
cruzar, atravesar). En fin, estos son solo ejemplos de palabras muy usadas en nuestro
país (sobre todo en la Sierra), y que están vivitas y coleando aunque los
diccionarios oficiales las ignoren; la semana que viene veremos más.
Pueden leer esta columna en Cartón Piedra.
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