miércoles, 30 de mayo de 2012
Un lustro
Aunque siempre me ha parecido feísima la palabra lustro, eso es lo que cumplimos hoy: cinco años con De las palabras a los hechos. Cinco años de pensar y de reflexionar acerca de nuestro hermoso idioma, de reírnos con las cosas que encontramos y también de 'llorar' al mirar cómo se maltrata al querido español. La novedad de este año es que al fin saltamos a papel, un motivo de orgullo y de mayor compromiso, sin duda. Gracias a todos los que me leen y opinan (y a los que no opinan también). ¡Ahora vamos por la década!
domingo, 20 de mayo de 2012
Esa rayita que llamamos tilde
El español, como otros idiomas, tiene un sistema de acentuación
gráfica, representado por la tilde. El
uso de esta se generalizó en el español recién a mediados del siglo XVIII y
desde entonces se establecieron sus dos funciones: prosódica y diacrítica. Es
decir, indica la sílaba que lleva el acento en una palabra y diferencia
palabras que se escriben igual pero tienen significados distintos.
Hay que tomar en cuenta que no todas las palabras se tildan,
pues el español se rige por el principio de economía. Por lo tanto, solo se
tildan las palabras que de alguna manera no cumplen con la norma general. El
caso más común es el de las palabras graves, aquellas que tienen el acento en
la penúltima sílaba. Estas son las más frecuentes en el español y la mayoría de
ellas termina en n, s o vocal; así, solo se tildan aquellas que no se rigen a
esta ‘normalidad’: las que terminan en cualquier otra consonante. En cuanto a
las agudas, solo se tildan si acaban en n, s o vocal, pues lo común es que
estas, que llevan el acento en la última sílaba, terminen en cualquier otra
consonante. Y en relación con las esdrújulas y las sobresdrújulas, siempre se
tildan porque son poco comunes.
Vemos, entonces, que es muy fácil distinguir cómo nuestro
idioma economiza en su sistema de acentuación gráfica. Sin embargo, hay un mito
de economía que debe eliminarse, ese que dice que las mayúsculas no se tildan.
Las mayúsculas sí se tildan: el hecho de que una letra sea gráficamente más
grande que otras no quiere decir que esté exenta de llevar tilde donde la norma
lo dicta. Las mayúsculas deben tildarse
siempre que sea necesario; así que, si
usted es de esas personas que escriben solo con mayúsculas para no tildar,
destierre el mito y deje de economizar.
No olviden revisar la edición de este domingo de CartónPiedra
domingo, 13 de mayo de 2012
Las dos caras del verbo haber
Haber es un verbo muy particular, pues tiene características
especiales que lo diferencian del resto de verbos. En primer lugar, cumple la
función auxiliar, esto quiere decir que de alguna manera carece de significado
pero contribuye para que otros verbos lo tengan. Los verbos auxiliares, como
haber, dan al verbo principal características de tiempo, número y persona que
solo no tendría. Por ejemplo, si decimos ‘hemos comido’, el verbo principal es comer, pues es el que
tiene significado. Sin embargo, este verbo por sí solo no nos da mucha
información; necesita del verbo haber para que sepamos quién habla y en qué
tiempo. Entonces, la primera función de haber es la de auxiliar, en este caso
este verbo puede ser conjugado en todas las personas y en todos los tiempos.
Sin embargo, la otra cara de haber como verbo principal es
mucho más especial. Cuando denota existencia, este verbo es impersonal, es
decir, solo puede ser conjugado en
tercera persona del singular. Es muy común encontrar errores como estos: ‘En la
marcha hubieron varios participantes’ o ‘Se espera que hayan quejas’. Lo
correcto en estos casos es ‘hubo varios participantes’ y ‘se espera que haya
quejas’, pues, como vimos, cuando el verbo haber tiene un significado pleno
solo puede conjugarse en tercera persona del singular. Esta regla rige también
cuando haber es el verbo principal de alguna perífrasis, por ejemplo, no podemos decir que ‘estaban
habiendo varias señales’, lo correcto es ‘estaba habiendo varias señales’.
Recordemos que en este caso hay un verbo auxiliar, que, como haber en otras
ocasiones, le presta al verbo principal sus características de tiempo, número y
persona.
No olviden leer el semanario Cartón Piedra
domingo, 6 de mayo de 2012
Verbos con personalidad
En español tenemos, entre los tipos de verbos, a los
pronominales. Estos necesitan de un pronombre para completar su significado,
pues este permite que la acción del verbo recaiga sobre quien la ejecuta. Ejemplos de estos verbos son arrepentirse o
fugarse, pues las acciones recaen sobre quien las realiza: yo me arrepiento
(nadie lo hace por mí) o él se fuga (la acción recae sobre la misma persona).
Sobre este último verbo, es incorrecto el uso sin pronombre, no podemos decir
“los delincuentes fugaron”, lo correcto es “se fugaron”.
Hay otros verbos que no son exclusivamente pronominales,
pero que en ocasiones necesitan del pronombre para tener un significado
específico. Por ejemplo, entrenar. Cuando el verbo entrenar no tiene pronombre
es transitivo: alguien entrena a otro. Cuando cuenta con el pronombre, en
cambio, la acción recae sobre quien la ejecuta. Es muy común escuchar en las
noticias deportivas expresiones como: “La selección entrenó ayer” o “Los
atletas entrenaron el fin de semana”. Estas son incorrectas porque lo que se
quiere decir es que la selección y los atletas se entrenaron, o sea, estuvieron
a cargo de su propio entrenamiento.
Otro caso también muy común es el del verbo clasificar.
Cuando no lleva el pronombre se refiere a poner en orden varias cosas; sin
embargo, cuando lo lleva significa pasar a la siguiente etapa en una
clasificación. Podemos decir, por ejemplo, que alguien clasifica los libros de
la biblioteca por materia, pero no que un equipo clasificó a las semifinales.
Lo correcto, en este último caso, es que el equipo se clasificó.
Como vemos, es necesario incluir el pronombre en ciertos
verbos para que tengan determinado significado. A veces sucede que de tanto
escuchar el error tendemos a pensar que es correcto, sin embargo, nunca está de
más consultar un diccionario. Si ve que el verbo consultado tiene la marca
‘prnl.’ quiere decir que el verbo precisa de un pronombre, como parte de su
ADN.
Publicada en Cartón Piedra
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