domingo, 17 de agosto de 2008

El rigor y las armas

Copio algo que se publicó esta semana: "Su mensaje fue claro: 'Dios dijo: contagiensen con la y unánsen descalzos hacia el camino de la predicación". Sí, se publicó, yo lo leí. A veces cuando veo cosas así no puede entender la falta de rigor de algunas personas que, dizque, trabajan con la comunicación.

La principal arma de un comunicador es el idioma y si no aprendemos a manejar con talento nuestras armas, es obvio que perderemos la batalla. Pero ¿cómo logramos manejar nuestra arma idiomática sin equivocarnos, certeramente? No hay normas establecidas para el uso de las armas, pero quizá sí algunas pautas que pueden ayudar:

1.- Leer: para aprender a escribir, uno tiene que leer, leer mucho. Cuando leemos, las palabras se nos graban más fácilmente en la mente y, cuando encontramos errores ortográficos, al menos nos queda la duda. Cuando leemos, nuestro universo léxico se expande, aprendemos palabras nuevas, usos nuevos, giros nuevos. Estamos en la capacidad de descubrir, incluso, qué está bien escrito y qué no. Además, potenciamos nuestra concentración.

2.- Consultar el diccionario: no nacimos sabiendo todas las palabras del español. Nuestro idioma, además, se enriquece constantemente. Hacer cotidiana la tarea de consultar el diccionario cada vez que encontramos palabras extrañas o usos desconocidos es un ejercicio muy útil y responsable si queremos escribir.

También es necesario pasar lo que hemos escrito, una vez que lo hayamos hecho, por el diccionario del sistema. Sé que estos diccionarios, por ejemplo el de Word, no son muy buenos, en el sentido de que no siempre corrigen palabras homófonas y tildes diacríticas, pero por lo menos nos ayudan a evitar graves errores ortográficos.

3.- Consultar cualquier duda: cuando escribimos suelen surgir varias dudas en diversos campos, no solo en el léxico. Cuando vamos a escribir debemos partir de la premisa de que no sabemos todo ni dominamos todo, pero siempre podemos saber más. He notado muchas veces (y no solo en los comunicadores, sino en correctores, estudiantes, profesionales de varias ramas) cierta renuencia a consultar sobre temas que no se conocen, por el temor de ser tachados de ignorantes.
Si no queremos preguntar a expertos, por 'vergonzosa vergüenza', podemos al menos recurrir al mundo maravilloso de la Internet y encontrar varias respuestas a nuestras dudas. Al fin y al cabo, la verdadera ignorancia es la de negarse a aprender.

4.- Contrastar la información: suele suceder que a veces nos contentamos con una sola fuente, que puede estar o no en lo cierto. Es indispensable que consultemos sobre los temas en más de una fuente para estar seguros de que no estamos cometiendo ninguna barrabasada.

5.- Releer lo que se ha escrito: a veces sucede que por las presiones de los cierres o de las entregas no volvemos a leer lo que estamos escribiendo y lo enviamos tal cual salió. Este es un desliz muy grave, pues pueden escaparse errores que no solo nos hacen quedar mal sino que hacen quedar mal al medio en el que trabajamos.

Es indispensable tomarse unos minutos para leer con ojo crítico lo que se escribió, de esta manera podemos detectar errores ortográficos, de sintaxis, repeticiones, cacofonías, inconsistencias, en fin, son minutos que aportan enormemente al producto que estamos entregando.

6.- Respetar los procesos: la mayoría de los escritos que se publican, si no todos, siguen una serie de procesos desde el momento en que son escritos hasta el momento en que son publicados. Generalmente, luego de escribir una nota, esta pasa donde nuestro editor, que a su vez la revisa y la envía donde los correctores, quienes luego de revisarla y corregirla, la devuelven al editor para que revise los cambios y envíe la nota bien escrita.

Sucede que muchas veces no respetamos estos procesos. Esto es, por ejemplo, lo que sucedió con el ejemplo del inicio: se escribió una nota que se envió al editor, quien a su vez la envió a corrección; en este departamento se corrigieron los errores y se devolvió la nota al editor; sin embargo, la nota que fue corregida por el corrector y leída por el editor no fue la quese publicó, pues se añadió información que no revisó nadie, ni siquiera quien escribió la nota.

Es indispensable que se respeten los procesos de publicación de cualquier documento, no solo periodístico sino literario, científico, en fin. La edición es un trabajo en equipo, en el que intervienen varios expertos. Y es en este trabajo en equipo, precisamente, en el que se prueban y se aprueban las armas que vamos a usar.

7.- Aprender de los errores: si una vez nos equivocamos y dejamos escapar un error, debemos aprender de la experiencia y no tropezar en la misma piedra. Me explico: si quien escribió unánsen cayó en cuenta de su error y pasó el papelón de verlo publicado, no lo volverá a cometer más. Si lo comete, será porque no hizo un trabajo adecuado de autorrevisión.

Sé que varios de estos consejos son ya bastante viejos, pero sin duda nos ayudarán a usar mejor nuestras armas, a ser más certeros en el momento de disparar. Ser rigurosos en el momento de escribir, no solo en lo referente a la forma sino también en lo relacionado con el fondo, es un excelente ejercicio para lograr que lo que queremos expresar cale positivamente en alguna parte y no solo en la galería de los horrores.